
Hoy ha amanecido como un día cualquiera. Sonó el despertador a las ocho. Una ducha y café con tostadas mientras la televisión parloteaba. El presentador, con una mezcla de felicidad y satisfacción, daba la noticia sobre la consecución de los 17 objetivos de desarrollo sostenible que las Naciones Unidas se habían marcado en 2015, según una agenda que finalizaba en 2030. No estamos acostumbrados a las buenas nuevas y no era una noticia camuflada entre otras muchas, era la noticia del día. Muchos otros como él, en todas las televisiones del mundo, estarían diciéndoselo a millones de personas. Pensó que, después de todo, hoy no iba a ser un día cualquiera.
Este podría ser el inicio de una novela de género fantástico o podría ser una realidad. De momento, es solo un proyecto y la duda es si se convertirá en utopía o no.
El 25 de septiembre de 2015, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó una serie de medidas para alcanzar un total de 17 objetivos globales que persiguen erradicar la pobreza, proteger el planeta y asegurar la prosperidad para todos.
Más de 700 millones de personas no pueden satisfacer necesidades básicas como la salud, la educación o el acceso al agua. Casi 800 millones de personas pasan hambre debido a la escasez de alimentos provocada por las guerras, las malas prácticas en la recolección y el desperdicio de alimentos y más de 800 niños mueren diariamente por enfermedades relacionadas con el agua y los saneamientos. Alrededor de 3.500 millones de personas viven en las ciudades, casi la mitad de la población mundial, que ocupan el tres por ciento de la superficie terrestre. De ellos, más de 800 millones habitan sus barrios marginales, que son fruto de una deficiente planificación urbanística.
Garantizar una vida sana y el acceso a la educación de calidad es la manera de construir sociedades prósperas y economías saludables donde escapar del ciclo de la pobreza y las desigualdades. Además de que nuestro bienestar depende del de todos, la desigualdad perjudica el crecimiento económico e incrementa las tensiones sociales y políticas. Pero no solo la desigualdad económica, sino la de géneros, que ni siquiera está todavía reconocida en la Constitución de 52 países.
Todo pasa por el acceso global a energías asequibles, seguras y sostenibles mediante la creación de las infraestructuras adecuadas que puedan impulsar economías dinámicas en los países y generar el pleno empleo y el trabajo decente. En 2015, alrededor de 80 millones de personas en el mundo no ganaban lo suficiente para mantener a sus familias. La mejora de las condiciones de vida es buena para la prosperidad, pero aumenta la demanda de los recursos naturales y la posible destrucción de los ecosistemas, como la mala gestión que provoca la sobrepesca en el medio marino. Así que nosotros mismos debemos cambiar los hábitos de producción y consumo, como el apoyo a los agricultores y comercios locales o llevar una alimentación sostenible, si no queremos causar los daños irreparables al medio ambiente que nos están llevando a provocar un cambio climático que amenaza nuestra forma de vida y el futuro de nuestro planeta.
Según Juan José Almagro, vicepresidente del Comité Español de Unicef, “es necesario establecer alianzas para alcanzar los objetivos de desarrollo sostenible, ya que vamos hacia un mundo de corresponsabilidad en el que los liderazgos solidarios se tienen que imponer sobre los solitarios. Hace falta voluntad política para activar cinco herramientas fundamentales: una estrategia nacional en cada país, hacer un diagnóstico de la realidad, involucrar y coordinar a todos los sectores, financiación y contar con mecanismos de seguimiento y rendición de cuentas”.
En una jornada organizada por la Universidad Europea de Madrid para sensibilizar a la comunidad universitaria sobre los 17 objetivos de desarrollo sostenible, Juan José Almagro destacó la multiculturalidad como la clave para lograr un mundo mejor, e invitó a los estudiantes a plantarle cara a la desigualdad, “que se ha instalado en nuestras entrañas y corrompe la democracia. Es una batalla de los valores y de las personas en el marco de la revolución ética”.
Los primeros días de enero, es tradición en España escribir la carta a los Reyes Magos. Una lista de peticiones acompañada de otra similar de compromisos para iniciar un nuevo año lleno de buenas intenciones. Esta lista con 17 objetivos es nuestra carta a los Reyes Magos, y depende de todos, tanto de los gobiernos como de la sociedad civil, que el sueño se convierta en realidad para que un día, quizás del año 2030, escuchemos en las noticias que, gracias al esfuerzo de todos, hemos dado un salto definitivo hacia el establecimiento de un mundo mejor.