
Edward Ross, en su interesante ensayo ilustrado Filmish (Reservoir Books, 2017), reflexiona en uno de sus capítulos sobre la arquitectura y su papel en el séptimo arte. Destaca Blade Runner (Ridley Scott, 1984) por la influencia del entorno en la personalidad de sus protagonistas. Así, mientras Rick Deckard, el agente humano encargado de “retirar” a los androides rebeldes, se muestra patoso y desorientado en una ciudad que ya no le pertenece, los replicantes se mimetizan con el vulgo, el granito y el cristal, manejando perfectamente el entorno y utilizándolo en su beneficio.
En Mad Men (Matt Weiner, 2007-2015), la segunda esposa de Don Draper le sugiere que escuche el corte que cierra Revolver, de The Beatles (1966), Tomorrow Never Knows, para “abrir su mente”. Tras unos segundos, apaga el tocadiscos de manera brusca. Parece que a Don no le gustan las innovaciones, pero irónicamente es el mejor creativo de publicidad de Nueva York.
En ambas situaciones existe como contexto una revolución social, en el primer caso provocada por la ingeniería genética y en el segundo, por el movimiento contracultural de los años 60, que ha pillado a contrapié a los protagonistas. Hoy, los replicantes podrían ser aquellos que nadan como un pez en el agua en entornos digitales y los que se resisten al cambio tecnológico serían los cascarrabias conservadores, como el bueno de Don Draper.
A los profesores se nos exige que nos adaptamos a los nuevos tiempos, que nos convirtamos en “replicantes”. Pero es difícil entender cómo los alumnos actuales son capaces de aprehender los contenidos que consumen a diario. Numerosas publicaciones exponen que los usuarios de plataformas de video digitales y podcasts radiofónicos ven o escuchan sus programas favoritos a una velocidad de reproducción más alta, seguramente con el afán de devorar contenidos en menos tiempo.
Este hábito no es solo cosa del consumidor; las empresas de entretenimiento también abogan por el consumo rápido de contenidos. En el ámbito deportivo los resúmenes de partidos de LaLiga en Youtube se han reducido a 90’’; apenas queda tiempo para las jugadas elaboradas u otros momentos del juego que no sean los highlights.
Un ser humano tiene una capacidad limitada de mantener la atención. Nadie es capaz de ver una película en casa sin consultar el móvil, imagínense en una clase de dos horas. Sin embargo, compactar o acelerar mucho los contenidos puede ser contraproducente para su comprensión. No podemos renegar de las nuevas tecnologías, pero tampoco podemos apoyar un consumo compacto y acelerado de contenidos, porque seguro que nos perdemos algo. Don Draper apagó el tocadiscos, sí, pero al menos no lo reprodujo al doble de velocidad.