
El té es un brebaje. No está pensado para ser bebido por españoles. No combina bien ni con el jamón, ni con la tortilla de patata ni con el pescaíto frito. ¡Un desastre! A pesar de todo, y de la mala calidad que tiene el que se sirve en los bares y cafeterías españolas, algunos acaban bebiéndolo; bien sea porque buscan algo sin alcohol ni burbujas o porque les sientan mal los alquitranes del café. Pareciese que el antiguo anuncio de la tónica fuese cierto, que si pruebas mucho algo, por malo que sea, te acaba gustando. En nuestro post anterior hablábamos de cómo, simplemente, preparar_Té mejora tu salud. Hoy abordamos el asunto de bebernos el té, una vez que hemos superado que no es para nosotros.
Dejando a un lado los ya archifamosísimos polifenoles, de los que todo el mundo sabe que son fantásticos antioxidantes y están en elevada concentración en los distintos tipos de tés –hasta el punto que una sola taza puede suponer la cuarta parte de los antioxidantes diarios que necesitamos–, nos centraremos en la cafeína y en la teanina y en sus efectos biológicos positivos para nosotros. Debemos empezar por cuestiones de nomenclatura, de cómo llamamos a las cosas. Teína y teanina son cosas diferentes, mientras que teína y cafeína son lo mismo. ¡Sorpresa! Son la misma molécula a la que llamamos de forma diferente; también las llamamos mateína y guaranina cuando provienen de otras fuentes vegetales.
Más o menos todos los adultos a estas alturas conocen experiencialmente el efecto estimulante de la cafeína que mejora su atención y su capacidad de concentración, pero existen ciertos mitos que nos gustaría aclarar. ¿Tiene más cafeína el té o el café? Intentaremos confundiros con la respuesta. Las hojas de té suelen tener más cafeína que los granos de café, pero como se usa mucho más café molido para hacerse un café, finalmente en tu taza de café encontrarás el doble de cafeína que en la del té (hemos hecho una aproximación acientífica teniendo en cuenta los millones de recetas y tipos de té y café que hay en el planeta).
La segunda es esa que dice que el té que tiene menos cafeína es el té blanco. ¡Mentira gordísima que cuentan todas las webs y algunos despachadores de tiendas de té! Actualmente los científicos aceptan mayoritariamente que la utilidad biológica de la cafeína es defenderse de enfermedades, plagas y herbívoros. Por lo tanto, cuanto más jóvenes son las hojas –las del té blanco son blancas por los pelillos del reciente nacimiento y la falta de clorofila, pues todavía no hacen fotosíntesis– mayor contenido de cafeína tienen para defenderse mejor. Como es difícil que lo puedas medir en casa, el experimento que te proponemos es que le prepares una taza de té blanco a tu pareja a las 20:00 de la tarde siguiendo las instrucciones y falsas promesas del dependiente de la tienda, y le preguntes al día siguiente qué tal ha dormido. Si habitualmente le miras a la cara porque tiene mal despertar y no le gusta conversar temprano, con eso bastará.
Por lo tanto, abandonado el té blanco para los que son muy sensibles a la cafeína, os proponemos recurrir a alguna de las siguientes opciones: 1) rastrear tés de hojas viejas como el kukicha japonés (se recoge en invierno cuando disminuye el contenido de cafeína); 2) bajar la temperatura de infusión –sobre todo para tés verdes, que si no resultarán demasiado amargos y astringentes– desde la temperatura de ebullición hasta los 65 ºC (la que nos suelen recomendar, pero a la que no hacemos caso porque es difícil de calcular en casa, no digamos en el bar de abajo). Con ello se reduce entre 5 y 10 veces la cantidad de cafeína que extraemos de las hojas; o 3) la más increíble de todas las propuestas para nuestras mentes consumidoras: desechar la primera infusión de las hojas, pues en los primeros 45 segundos se extrae el 50% de la cafeína al tratarse de una molécula pequeña y muy polar. Esto, que puede sonar a chiste, no resulta raro entre los frikis del té que compramos tés que se pueden y se deben infusionar al menos 3-4 veces y que por la calidad y cantidad de hoja que usamos, reducimos mucho los tiempos de infusión, que suelen estar entre 30 y 90 segundos para las primeras infusiones (por supuesto, algunos tés requieren tratamientos diferentes). Más allá de ese tiempo, consideran que el consumidor está cociendo el té para hacerse un bizcocho con él (evidentemente, hay tés que requieren extracciones más largas por sus características particulares). (¡Aviso importante! Todo en la vida tiene etapas, el frikiTeísmo también. Puedes empezar así, pero cuando vayas alcanzando un grado de frikiTeísmo notable, como habrá aumentado tu consumo de té, la cafeína te traerá al pairo y no derrocharás ni una sola gota. No es raro encontrar frikiTés olisqueando la taza la vacía, todavía caliente después de la desaparición del amante querido).
¿Cuál es entonces la ventaja de ingerir la cafeína con el té, donde estará en menor cantidad, en vez de hacerlo con el café, si buscamos su efecto estimulante? Bueno, son varios los motivos, pero solo os contaremos uno por cuestiones de espacio. Junto con la cafeína también tomamos teanina, un aminoácido derivado del ácido glutámico que se ha demostrado que reduce la tensión física, el estrés psicológico y los síntomas de ansiedad. Además, mejora el razonamiento, la memoria y el ánimo, pero lo hace junto con la cafeína, no tanto por separado. Si estás interesado en combinar ambos efectos, el de estar alerta y concentrado con el de sentirte enfocado, relajado y sin estrés, debes consumir tés verdes que hayan sido sombreados antes de la cosecha, como sucede en el caso de los matcha, kabuse sencha y gyokuro japoneses. En ellos la L-teanina está más presente que en el resto de tés que no se someten a este proceso de producción.
Y si te animas y disfrutas de la experiencia, por favor, compártela con otros. Pequeños gestos como ofrecer una taza de té a un compañero pueden mejorar un día complicado, y desde luego hacer de este mundo un lugar mejor para vivir. Y esto es salud.