
12 de septiembre de 2019, 14:30h hora peninsular. Rueda de prensa de Mario Draghi tras la reunión del Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo (BCE). Ya se conocen algunas de las medidas que va a adelantar, pero medio sector financiero europeo contiene la respiración. Comienza el espectáculo, el italiano anuncia lo que muchos ya sabían; la Zona Euro no remonta, lleva atascada desde hace más de diez años y ninguna medida parece revitalizarla. Obviamente, no lo dice así. Se cuida mucho cada palabra, cada gesto. Sin embargo esto es lo que ven los analistas detrás del nuevo y potente paquete de estímulos monetarios que empieza a desgranar el italiano. Compra de deuda, mayor penalización por liquidez a la banca europea, mejora de financiación a la banca y un compromiso claro de mantener los tipos de interés en niveles muy reducidos hasta que las perspectivas de inflación converjan al 2%. Los mercados tiemblan; algunas medidas eran esperadas, otras no. Lo que sí queda claro a todos es que son medidas urgentes, de último recurso, que tratan de rescatar al enfermo que agoniza, y que van directamente dirigidas a conseguir una mejoría económica en la Zona Euro que le haga salir de la espiral en que se encuentra desde hace ya una década. Una inyección de adrenalina. Así es Mario Draghi. Directo al corazón.
Pero ¿cuál es la verdadera obsesión de Draghi y de los miembros del Consejo de Gobierno del BCE? ¿El crecimiento?, ¿la tasa de paro?, ¿las exportaciones?, ¿el brexit? No, lo que no deja dormir a los banqueros centrales europeos es simple y llanamente la inflación. El Artículo 127 del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea lo deja claro: “El objetivo principal del Sistema Europeo de Bancos Centrales […] será mantener la estabilidad de precios”, y el BCE tiene claro dónde se encuentra esa estabilidad: en tasas por debajo pero cercanas al 2%. Una inflación en esos niveles, creen, reactivará la actividad económica, los tipos de interés volverán a subir, y, en definitiva, el crédito terminará fluyendo hacia los demandantes de dinero, o sea, nosotros. Pero la inflación europea se empeña mes tras mes en llevarles la contraria a pesar de las medidas de estímulo llevadas a cabo hasta el momento. Y si elevar la inflación en la Eurozona es la obsesión del BCE, no menos claro es que conseguir que el crédito fluya hacia los consumidores es uno de los más íntimos deseos de estos banqueros centrales.
Con estos dos objetivos claros, podemos entender ahora las medidas llevadas a cabo tras la citada reunión del Consejo de Gobierno. Por un lado, (1) se rebajó aún más la Facilidad Marginal de Depósito, pasando del -0,40% al -0,50%. ¿Qué significa esto? Este es el precio al que el BCE remunera los depósitos que sitúan los bancos comerciales europeos en la cuenta del BCE. Pero también es la penalización que el Banco Central ejerce sobre los bancos comerciales por sus excesos de liquidez, esto es, por no haber prestado más dinero y tener todavía mucho dinero en su cuenta. Esta medida llevaba un pequeño matiz y es que no se penalizará los excesos de liquidez hasta superar 6 veces el requerimiento inicial (sí, te puedes pasar hasta un 500% sin penalización). El objetivo de este matiz es incentivar a los bancos comerciales a que dejen de comprar deuda pública a tipos negativos ya que muchos bancos prefieren la penalización del bono en negativo al castigo impuesto por el BCE. Y no es una medida inocua. Se estima que la banca alemana se ahorrará en un año al pagar menos penalizaciones alrededor de 900 millones de euros, la banca francesa 700, la española 400 y la italiana 300. Millones de euros. Un buen capote. La segunda medida (2) consistió en una mejora de las condiciones de financiación a la banca (TLTROS III, en el argot técnico, por si algún lector quiere profundizar en el tema). Tipos más baratos y ampliación de plazos de devolución. La tercera medida (3) fue la fijación de un Forward Guidance (orientación futura, en román paladino) sin referencias temporales mediante el que dejó claro que no tocará los tipos hasta que la inflación se sitúe en el 2%, dejando fuera especulaciones y marcando un camino claro para los mercados. Y finalmente llegamos a la cuarta medida (4), que no fue otra que la reactivación del Programa de Compra de Bonos (APP, en sus siglas en inglés) por el que a partir del 1 de noviembre comenzará a inyectar 20.000 millones de euros al mes a la economía europea. En este caso también fue claro, mantendrá estos niveles de inyección monetaria hasta poco antes de que decidan subir los tipos de interés. Vamos, que tenemos impresión de moneda para rato en la Eurozona. Parece claro que el BCE sigue tratando de que el crédito llegue a la calle, y lo hace con toda su artillería. Finalmente, y al finalizar la rueda de prensa, Draghi hizo un llamamiento a las economías nacionales de la Zona Euro para que ejecutarán políticas fiscales expansivas que complementaran estas políticas de expansión monetaria: ¡Gastad!, les dijo a los Estados miembros, mirando de reojo a Alemania. Pero esta sabe que no gastará, ya que iría contra su propia naturaleza ejecutar este tipo de políticas de gasto. Con todo, y como conclusión, queda claro tras la publicación de estas medidas que tenemos tipos negativos y cercanos a cero para rato (años) y que debemos acostumbrarnos a vivir en este entorno por un largo periodo de tiempo. El Banco Central seguirá administrando adrenalina al enfermo, casi como en aquella inolvidable escena en que Vincent Vega (John Travolta) resucita a Mia Wallace (Uma Thurman) tras una sobredosis de heroína en Pulp Fiction. A veces funciona. Si es directa al corazón.