
Ver jugar a alguien es igual de divertido, o más, que practicar deporte. Lo sabemos por el fútbol, el baloncesto… que atraen a miles de aficionados a los estadios o las canchas. Sin embargo, en los últimos tiempos, ha surgido una nueva moda: ver a alguien jugar a videojuegos. Esta práctica, que recibe el nombre de eSports, atrae a cientos de personas, genera unos beneficios millonarios y son muchas las marcas que están apostando por esta industria.
Los eSports, o deportes electrónicos, son campeonatos de videojuegos a los que asisten miles de personas para ver combatir a jugadores profesionales, normalmente, en géneros de lucha y arcade. Se enfrentan los unos a los otros en línea y en tiempo real, para que los espectadores puedan seguir la competición a través de grandes pantallas en recintos cerrados.
Si bien es cierto que las competiciones siempre han sido habituales en la cultura de los videojuegos, en la últimas décadas han ido multiplicando su popularidad. Todo apunta a que los eSports son el deporte del futuro dadas las asombrosas cifras que ofrecen y, precisamente por eso, están asemejándose poco a poco la cultura del deporte tradicional: se llenan estadios, se vende merchandising e inundan las redes sociales.
906 millones de dólares de ingresos en 2018
Luis de la Riva y Álvaro Fernández Luna, ambos profesores de Gestión Deportiva de la Factultad de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte en la Universidad Europea, han analizado este fenómeno dado el potencial impacto que podría tener sobre la industria del deporte. Según sus investigaciones, los datos de consultoras especializadas como Newzoo revelan que a nivel mundial los eSports generaron unos ingresos por valor de 906 millones de dólares en 2018, un dato que podría alcanzar los 1.400 millones de dólares en el año 2020. “Este crecimiento económico tan acelerado, sin precedentes en ninguna modalidad deportiva, se puede explicar por el continuo aumento de las audiencias de los torneos de eSports y por el creciente interés de los patrocinadores”, explican.

También a nivel global, el Global Esports Market Report (Newzoo, 2018) estima que los eSports poseen una audiencia total de 380 millones de personas (165 millones de entusiastas y 215 millones de espectadores ocasionales); mientras que, en el mercado español, existe una audiencia total de 5,5 millones de personas, de las cuales 2,6 millones son aficionados acérrimos y 2,9 millones los ven puntualmente.
Conscientes del potencial de estos deportes electrónicos, se estima que el 54% de las empresas deportivas en España planea colaborar en este tipo de competiciones en el futuro. De hecho, Vodafone ya cuenta con un equipo propio, Orange patrocina la Superliga Orange de LVP y Mediapro ha creado un informativo en Gol Televisión dedicado a este tema. Sin embargo, la apuesta más grande la ha hecho Movistar, que ha creado un equipo y hasta un canal propios, Movistar eSports, que emite contenidos especializados de forma interrumpida.
Los anunciantes impulsan el crecimiento de este fenómeno
Otra posible vertiente de desarrollo para este sector, explican los profesores, se basa en la cooperación con modalidades deportivas convencionales. A modo de ejemplo, la NBA se ha asociado con la compañía de videojuegos Take-Two Interactive Software, Inc. para lanzar la NBA 2K League, una liga virtual de la NBA basada en los deportes electrónicos.
En España también encontramos ejemplos. La última Copa del Rey de baloncesto, que se celebró en Las Palmas de Gran Canaria, acogió también una competición de eSports organizada por diferentes compañías. Y otro que ha decidido unirse a la moda de los deportes electrónicos ha sido el propio jugador de fútbol profesional Gerard Piqué. El defensa barcelonés creó la empresa eFootballpro, en colaboración con la compañía de videojuegos japonesa KONAMI, para organizar competiciones de videojuegos de fútbol y retransmitirlas a nivel mundial. Su objetivo pasa por crear una liga entre clubes profesionales utilizando el juego Pro Evolution Soccer.
Por tanto, la explosión de los eSports es innegable e imparable. Todo apunta a que han llegado para quedarse y que, en pocos años, se habrán convertido en un movimiento que mueva masas al igual que lo hacen otros deportes tradicionales como el fútbol. Quizás en un futuro cercano no sea raro ir los domingos al estadio a animar a jugadores profesionales que compiten entre ellos delante de un ordenador o consola, en lugar de la típica tarde de liga cantando goles.