
Un centro sanitario puede estar muy bien dotado tecnológicamente, pero si no existe una óptima comunicación con los pacientes, todo ese avance servirá de poco. Para que la comunicación sea más efectiva, hay que poner en práctica el arte de saber hablar… ¡Y el de saber escuchar! Pero parece que esta enseñanza del estoico Epicteto de Frigia está en desuso. Para prosperar debemos estar del lado de la tecnología, de su recabación y gestión de datos. Pero siempre y cuando haya feedback. Para tal fin, se necesita un receptor dinámico que escuche y sea escuchado. Que colabore en la mejora de la máquina discursiva.
Esa escucha activa depende de factores muy simples que a veces se evaporan entre tanta conexión desconectada. Lewis Mumford vaticinaba que toda técnica podría producir brecha. Él quiso distinguir dos tecnologías: la democrática y la autoritaria. En la primera estarían los avances que generan las herramientas que mejoran la naturaleza humana. En la segunda, se encontrarían las que atentan contra las personas. Pero la tecnología democrática, que está auspiciada por internet, a veces se torna en autoritaria porque, desgraciadamente, aún no está al alcance de todos.
Uno de los desafíos más importantes que tiene la globalización es salvar la brecha digital generacional. Mark Zuckerberg, en una conferencia pronunciada en mayo de 2017, dijo que no solo había que crear nuevos puestos de trabajo, sino que también había que renovar el sentido del propósito colectivo. Y cuando se habla de colectivo, se refiere a todo en su conjunto y no solo a una de las partes.
Los centros hospitalarios son lugares de interconexión y reclutamiento de datos, donde analizarlos, con el fin de prevenir o sanar enfermedades o dolencias a futuro, pero, el problema es que no todos los seres humanos parece que cuentan. Un estudio publicado en 2017 por la Universitat Politècnica de València –Evaluating the Social Media Performance of Hospitals in Spain: A Longitudinal and Comparative Study– ha revelado que entre 2011 y 2015 la presencia de los hospitales en la Red aumentó más del 450%. Eso es un dato muy positivo, pero ¿dónde quedan nuestros mayores que no tienen ni Twitter ni Facebook? Según datos del INE, en 2016, el 18,4% de la población era mayor de 65 años. De ellos, solo el 35% usaba internet. ¿Dejamos fuera de la conversación al 65% restante? ¿No debemos cuidar de toda la ciudadanía sin exclusiones? Se hace mucho hincapié en lo digital, pero el mundo físico todavía existe, así que seamos sensatos y responsables con los dos entornos de diálogo: el físico y el virtual. Y, sobre todo, tengamos en cuenta que reparar este daño no compete solo a las autoridades sanitarias. Es una tarea de todos que deberíamos haber comenzado hace mucho tiempo. Se suele decir en medicina que más vale prevenir que curar. Pero ahora, desgraciadamente, por no haber tenido en cuenta todo este nuevo diálogo tecnológico, este mal, para ser sanado, va a tener que pasar directamente por Urgencias.