
La Asamblea General de Naciones Unidas proclamó en diciembre de 2015 el 11 de febrero como el Día Internacional de la Mujer y la Niña y la Ciencia. Esto formaba parte de la agenda de Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030 para luchar contra la brecha de género en ciencia, tecnología e innovación. Se pueden ver los objetivos en la resolución 70/212. Se trata de un esfuerzo colectivo a nivel global para mejorar el acceso a educación, empleo, luchar contra la discriminación y reconocer ese talento del 50% de la población que en muchas ocasiones está desaprovechado.
Todos somos conscientes a estas alturas de la brecha de género que existe, así como los techos de cristal. Es especialmente visible en el área de la ciencia y la tecnología, así como en posiciones de liderazgo. En España, las diferencias de género son incluso más agudas que en otros países de nuestro entorno. Es por ello que llama la atención cuando las mujeres consiguen triunfar simultáneamente en ambas áreas, y más aún cuando lo hacen muchas en un mismo periodo de tiempo.
Estamos en un momento histórico ya que, por primera vez, el CSIC, el CNIO y la ONT, tres instituciones joya de la corona de la ciencia en España, están dirigidas por mujeres. Y créanme cuando les digo que merece la pena conocer más acerca de todas ellas y de la importancia de referentes de este calibre en nuestra cultura.
Empecemos por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, CSIC, donde encontramos a doña Rosa María Menéndez López, doctora en Químicas. Esta institución, fundada en 1907 como Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, contó como primer presidente con el doctor Santiago Ramón y Cajal. Veintidós presidencias después, en 2017, aparece la primera mujer entre sus filas, especializada en materiales de carbono y con una línea de investigación sobre el grafeno y sus aplicaciones médicas y energéticas.
El Centro Nacional Investigaciones Oncológicas cuenta desde 2011 con la doctora doña María A. Blasco, experta en biotecnología y líder del grupo de Telómeros y Telomerasas, con dos doctorados honoris causa y múltiples reconocimientos y premios internacionales por su trabajo de investigación. El CNIO, además, cuenta con una mayoría de investigadoras, el 68% de sus científicos. Sin embargo, aún son menos de la mitad en puestos directivos, motivo por el cual fundaron en 2012 la Oficina de Mujeres y Ciencia del CNIO, WISE (Women in Science Office). Es una institución profundamente activa en la causa de igualdad de género en la ciencia, participante en la iniciativa STEM Talent Girl, y acoge periódicamente eventos de visibilización del papel de la mujer en la ciencia.
La Organización Nacional de Trasplantes (ONT), organismo que ha posicionado a España como líder mundial en trasplantes durante 26 años consecutivos, está dirigido desde 2017 por la doctora en Medicina Interna doña Beatriz Domínguez-Gil, que además de introducir nuevas técnicas que no se usaban en nuestro país, ha fomentado la colaboración internacional entre instituciones.
Ciencia, liderazgo, éxitos, reconocimiento. Tener a estas tres brillantes mujeres al frente de nuestras instituciones es un orgullo para todas, y, sin embargo, este hecho no llega a significar que las siguientes lo vayan a tener mucho más fácil. Si bien las mujeres somos mayoría como estudiantes en las universidades, el número cae por debajo del 30% en carreras de física e ingeniería. Y aun cuando estas jóvenes terminan los estudios, el número de ellas que efectivamente consolida su vocación y se dedica profesionalmente a ello cae. Y aquellas que llegan a puestos directivos dentro de su profesión son aún menos, encontrándonos un desierto de referentes a la cabeza de las instituciones, que a su vez provoca que menos chicas elijan este tipo de carreras.
Pero dejemos esta espiral descendente y vayamos a lo positivo. Cuando las chicas eligen estos estudios, destacan; las calificaciones las respaldan. Mi percepción personal es que sentimos que debemos demostrar más, que estamos recorriendo un camino que no se esperaba y no podemos fallar. Esto es parte del machismo que sigue existiendo en nuestra sociedad, donde se cuestiona la inteligencia científica y analítica de las mujeres. Pero a menudo supone un acto de rebelión luchar contra estos prejuicios, y un desgaste que hace que acortemos las carreras o ambiciones profesionales.
No es tampoco casualidad que la doctora Menéndez López, la doctora Blasco y la doctora Domínguez-Gil pertenezcan o tengan fuertes vínculos con campos de investigación ligados a la medicina. Ese sí es un campo donde nos sitúan a las mujeres por nuestra supuesta “vocación biológica” como “cuidadoras”. Es algo que, si bien no debería tener connotaciones negativas –al fin y al cabo, ¿qué tiene de malo cuidar?–, nos lastra a la hora de elegir otros campos de investigación y para ocupar posiciones de autoridad.
El futuro depende de todas las personas. No pueden ser reivindicaciones solo de las mujeres, y que gran parte de la sociedad esté conforme con perder el 50% del talento potencial. Por supuesto, es justicia social, es ética, es necesidad de progreso. Y en gran medida es educación y deconstrucción de estereotipos, e igualdad de oportunidades. Pero es una carrera de fondo y no se puede aflojar o cuestionar, porque se caería en la espiral descendente de nuevo.
Fuentes:
https://www.cnio.es/acerca-del-cnio/
http://www.ont.es/paginas/home.aspx