
“El gran mito de nuestro tiempo es que la tecnología es comunicación”. Libby Larsen
En este momento de incertidumbre, en esta crisis humana causada por un desconocido llamado coronavirus, que nos hace tambalear, es el momento de aunar fuerzas y sumar. Es cuando de verdad nos ponemos a prueba, nos sometemos a examen como seres humanos, y nuestra naturaleza siempre será querer aprobar.
Es entonces cuando, al ganar perspectiva y ver las cosas en la distancia, podemos observar cómo hemos cambiado, evolucionado o involucionado, prosperado o fracasado. Un golpe de realidad, enriquecedor y a la vez escalofriante.
Me alegra ver cómo en la era de la información, la que algunos eruditos llaman la era de la sobreinformación, hemos podido comprobar que la tecnología, de la mano de internet, nos ha ayudado y ayuda de manera multitudinaria y sublime.
En nuestro marco de la realidad, la fisioterapia, y con la ciencia por bandera, la accesibilidad a contenido ha crecido sobre exponencialmente, y la inquietud de un gran porcentaje de los profesionales de la fisioterapia se ha unido a este movimiento, lo cual nos hace prosperar como profesión y es para sentirnos orgullosos.
Son muchos los fisioterapeutas que diariamente, a una velocidad de vértigo por hora, publican información contrastada y comparten desinteresadamente sus inquietudes con la red de profesionales de su entorno cibernético y con un alcance que no tiene límites ni fronteras, como límites y fronteras no tiene esta red.
Sin embargo, me entristece ver cómo el mensaje de redes en muchas ocasiones se protagoniza con aires de grandeza, superioridad o afán de transmitir el “gran conocimiento” que se maneja individualmente, lleno de consejos desproporcionados, remarcando la brecha entre ser “fisioterapeuta avanzado” y la “fisioterapia de segunda división”.
Y todo ello sustituyendo la plenitud y la bonita experiencia que supone favorecer y facilitar el aprendizaje colectivo y el crecimiento individual y conjunto, comunicando desde la ilusión por compartir, transmitir el mensaje de manera divulgativa o buscar la mejor manera de promover el crecimiento, y no la impotencia.
Para prosperar hay que enriquecer a nuestra comunidad, no frustrar; para mejorar como profesión y como seres humanos hay que buscar el apoyo social, no el distanciamiento.
Aun así, me sigo quedando con todo lo bueno, que ha superado y sigue superando con creces la parte menos positiva. Sigo creyendo en el ser humano y en la tecnología, pese a los tropiezos, pese a las desilusiones… porque merece la pena.
Y es que también hay muchas cosas que me alegran de esta era, en lo que a ser fisioterapeuta respecta. Y diré que me alegra sentir cómo a pesar de la gran labor, las tremendas iniciativas y la buenas intenciones que están detrás de la puesta a disposición de consultas, sesiones o asesorías online, el paciente siempre elige, y el paciente sigue creyendo por encima de todo en la interacción directa, en el tú a tú, en el sentimiento de cercanía y apoyo de su terapeuta; en mirar a los ojos, en el contacto, el tacto terapéutico y el poder curativo de las palabras o de una sonrisa cuando se brindan cara a cara.
No sé vosotros, pero yo sigo eligiendo estar a pocos metros de mis pacientes, y lo echo tanto de menos… Pero no solo eso; como persona, esta época de tanta incertidumbre me está volviendo a demostrar lo tremendamente necesario que es estar cerca de las personas, de los alumnos, de la familia, de los amigos, de los compañeros de deporte, de las colas para el cine, el teatro, de los alborotos de los conciertos…
Sin ir más lejos, el mayor ejemplo lo tenemos en la completa necesidad y dependencia en estos días de esos héroes sanitarios que están en primera línea de batalla, en contacto directo con los pacientes, a los que desde este blog y desde mi persona queremos dar infinitamente las gracias por su indispensable labor hoy y siempre.
No sé vosotros, pero yo opino como Douglas Adams, y es que “la tecnología describe algo que no funciona todavía”.
Yo, tremendamente, espero que la tecnología no supla nunca a la humanidad porque creo que para entonces estaremos perdidos.
Juan Montaño Ocaña
Profesor del Máster Universitario de Terapia Manual Ortopédica en el tratamiento del dolor y miembro del grupo de investigación Dolor musculoesquelético y control motor UE