
El año pasado las Sociedades Americanas de Cardiología cambiaron la definición de hipertensión arterial. Ahora se considera hipertensión cualquier cifra por encima de 130/80 mmHg (13/8). Hace un mes la Sociedad Europea de Cardiología cambió los objetivos de colesterol “malo” LDL. Incluso en personas sin eventos cardiovasculares previos, si tienen muy alto riesgo de tenerlos en el futuro, el LDL debe estar por debajo de 55 mg/dL. Esta cifra se puede reducir incluso a 40 mg/dL en pacientes con eventos cardiovasculares repetidos.
¿Para qué doy esta información? No solo para para que comprobéis vuestra tensión arterial y vuestro LDL, quiero también ahondar en la necesidad de estos cambios. ¿Estamos llegando a un sobrediagnóstico? No lo creo, ya que sobrediagnosticar es diagnosticar una “enfermedad” que nunca causará síntomas o la muerte del paciente. En el ámbito de la prevención cardiovascular sucede todo lo contrario. Es muy probable que la hipertensión no tratada, la hipercolesterolemia, la diabetes, el tabaquismo y el sedentarismo acaben desencadenando eventos sintomáticos y muerte. De hecho, las enfermedades cardiovasculares son la primera causa de muerte a nivel global y esto es particularmente llamativo en las sociedades occidentales.
Lamentablemente las perspectivas no son buenas y parece que las muertes relacionadas con el corazón y los vasos sanguíneos seguirán aumentando en el futuro. No parece haber una verdadera voluntad política de cambiar este hecho. Algunos ejemplos que expongo a continuación me parecen particularmente ilustrativos.
Tenemos unas leyes que nos obligan a llevar el cinturón de seguridad, pero que permiten fumar en el coche, en la calle y en otros lugares públicos. Recientemente he sufrido con mis hijos la compañía de un fumador sentado a nuestro lado en un estadio deportivo.
La dieta mediterránea es muy efectiva en prevención, como ha demostrado recientemente el que posiblemente sea el estudio español más citado de todos los tiempos (PREDIMED – Prevención con dieta mediterránea). Sin embargo, en la cesta de la compra, otro tipo de dieta con alimentos procesados es mucho más barata que un consumo regular de frutas, verduras y pescados. Por cierto, el PREDIMED recomienda el aceite de oliva virgen extra. ¿Adivinan cuál es el aceite más caro? Pues eso.
Les propongo la siguiente prueba. Cuando se muevan por Madrid, miren en Google Maps cuánto se tarda en transporte público y andando. Frecuentemente es similar o se llega antes andando. En mi hospital pasa lo mismo con los ascensores (yo los prohibiría salvo situaciones justificadas) y las escaleras. Sin embargo el transporte público está subvencionado y andar no. Los ascensores nos salen gratis (aunque todos los pagamos en edificios públicos). Incluso hay que pagar para ir al gimnasio. Lo suyo sería que nos ingresaran una cantidad cada vez que hiciéramos ejercicio o usáramos las escaleras.
Podría seguir con muchos otros ejemplos. No quiero ser cansino, solo mostrar que no hay un intento real de cambiar la situación actual. Mientras tanto sigo viendo, día a día, más y más pacientes que vienen con infarto de miocardio para los que nos gastamos millones de euros en tratar enfermedades que, en su gran mayoría, son prevenibles. Es decir, a nivel de costes, las propuestas previas (que sé que son costosas) son también coste-efectivas. Es la vieja paradoja: en medicina nos gastamos los recursos en la prevención terciaria (tratamiento de las enfermedades) cuando deberíamos hacerlo en la prevención primaria (evitarlas).
¿Es esto utópico? No. Tenemos ejemplos exitosos fuera y dentro de nuestro país. Santa Bárbara, en California; Nairobi, capital de Kenia o Groningen, Holanda, son ciudades libres de tabaco en las que no se puede fumar en ningún espacio público. En Tokio han empezado a dar incentivos a los trabajadores que no fuman con días de vacaciones extras. En Filipinas, fumar en espacios públicos puede conllevar multas de unos 90 euros o hasta cuatro meses de cárcel. Existe incluso un país, Turkmenistán, en el que está prohibido fumar. En el Camp Nou ya no se puede fumar; Talarn, en Lérida, ha sido un municipio pionero en prohibir fumar en zonas al aire libre. Las playas gallegas de Baiona y la de Las Canteras en Las Palmas están libres de tabaco.
El gobierno francés realizó un plan donde se pagaba 0,25 euros por kilómetro recorrido a quien fuese en bicicleta al trabajo. En solo 6 meses aumentó un 80% el número de ciclistas y las personas que participaron en el programa pedalearon de promedio cinco kilómetros al día, unos 25 euros al mes por trabajador. Aunque esta iniciativa fue un proyecto piloto, se está intentando traducirla en una ley que establecería un subsidio a todos los franceses que opten por la bicicleta para ir a trabajar.
Gravar con impuestos los refrescos y los alimentos ricos en grasas saturadas y, por el contrario, subvencionar las frutas y verduras, se traduciría en beneficiosos cambios en la dieta y mejoraría la salud, según se desprende de varios estudios y metanálisis realizados por expertos de Nueva Zelanda. Eyles Helen y su equipo lo han mostrado tras estudiar modelos que asocian las estrategias de fijación de precios de alimentos, el consumo de alimentos y las enfermedades crónicas, fundamentalmente cardiovasculares. Una disminución del 10 por ciento en el precio de frutas y verduras puede aumentar el consumo de entre un 2 y un 8 por ciento. Mientras no se tomen estas medidas a nivel poblacional, ¿qué podemos hacer? Cuidarnos individual y familiarmente, hacer ejercicio, no fumar y tener una dieta saludable. No solo viviremos más, sino que también viviremos mejor.