
Hay que ponerse las pilas. El eterno propósito de nuevo año para cuidarnos más ha de ser una realidad sin demora. “Aumentar el nivel de actividad física es una necesidad social, no solo individual”. Así lo expresa la Organización Mundial de la Salud, que destaca los indudables beneficios del deporte en los adultos: “Reduce el riesgo de hipertensión, cardiopatía coronaria, accidente cerebrovascular, diabetes, cáncer de mama y de colon, depresión y caídas; mejora la salud ósea y funcional, y es un determinante clave del gasto energético; y es, por tanto, fundamental para el equilibrio calórico y el control del peso”. La OMS lanza un mensaje global: el desafío en busca de una sociedad más saludable “exige una perspectiva poblacional, multisectorial, multidisciplinaria y culturalmente idónea”.
A tenor del último Eurobarómetro de la Comisión Europea, publicado en abril de 2018 con motivo del Día Mundial de la Actividad Física, urge actuar sin falta. Calzarse las zapatillas para andar, salir a correr y, en definitiva, cambiar los hábitos para alejar el sedentarismo de nuestra cotidianidad. Según los datos, el 46% de los españoles nunca hace ejercicio ni practica ningún tipo de deporte, cifra que ha incrementado dos puntos la registrada cuatro años atrás. La encuesta también indica que solo cuatro de cada diez españoles, en torno al 43%, sí hacen ejercicio al menos una vez a la semana; y de este grupo, solo el 14% lo realiza con regularidad: unas cinco veces a la semana. Toca desperezarse, en resumidas cuentas. Nos encontramos ante una cuestión de salud.
Más calidad de vida
“La práctica de ejercicio físico regular y llevar una vida sana supone reducir la incidencia de enfermedad, mayor funcionalidad, mejora del estado de ánimo y del humor… Desde un punto de vista social, se traduce en un menor gasto económico en sanidad, en un envejecimiento más saludable de la población y en estudiantes y trabajadores con mayor rendimiento físico e intelectual. Y, claro está, vivir mejor aumenta las posibilidades de tener una vida plena y feliz. Es sinónimo de mayor calidad de vida”, reflexiona Valentín Fernández, profesor de Entrenamiento Deportivo y Planificación del Entrenamiento Deportivo en la Universidad Europea. En este sentido, la directora del Máster Universitario de Actividad Física en la Universidad Europea, Lidia Brea, añade que hay “una relación clara en adultos entre el tiempo en sedentarismo y la mortalidad por cualquier causa, enfermedad cardiovascular, diabetes tipo 2, obesidad, síndrome metabólico y algunos tipos de cáncer como el de ovarios, colon y endometrio. A su vez, estudios actuales han establecido la influencia del sedentarismo con una masa ósea disminuida y se ha observado que los pacientes con depresión suelen tener comportamientos más sedentarios. El hecho de llevar una vida sedentaria tiene unas consecuencias muy graves para la salud”.
Como contrapunto positivo, algunos docentes consultados por ValUE recuerdan que España ha sido declarada recientemente como el país con mayor esperanza de vida del mundo, superando a Japón. No obstante, apostillan, se trata de envejecer en las mejores condiciones y, según la OMS, queda mucho camino por recorrer. Porque no se puede obviar, alegan los expertos, que nuestro sistema biológico se ha diseñado para estar activo. Y, visto lo visto, no siempre hacemos los deberes.

Aclaremos también un error común en la terminología popular: “No se suele hacer distinción entre deporte y ejercicio, y sería interesante matizar estos conceptos. El deporte, a diferencia del ejercicio, se define como una actividad planeada, estructurada y repetitiva, que tiene como finalidad mejorar o mantener uno o más de los componentes de la aptitud física; y como rasgo característico, la sujeción a normas concretas, además de ser un juego o competición”, explica Sonia García, profesora del Departamento de Ciencias del Deporte de la Universidad Europea. “Cuando hacemos deporte, hacemos ejercicio, pero cuando hacemos ejercicio, no siempre hacemos deporte. Cuando hablamos de deporte solemos hablar de una disciplina”. Un ejemplo fácil: salir a correr sería ejercicio físico, mientras que jugar en una liga de fútbol sería deporte. Duda resuelta. Ahora, en todo caso, hay que moverse. Y hacerlo desde hoy. ¿Pero cómo? ¿Cómo afrontar este sempiterno propósito saludable de una forma eficaz y adecuada? ¿Vale todo? ¿Cualquiera puede lanzarse al ruedo?
Disfrutar nos hará más saludables
A priori, cualquiera puede hacer ejercicio físico. Otra historia es si la persona padece alguna anomalía que lo impida o bien si desea dedicarse al deporte profesional o de élite. “La clave está en la adaptación e individualización del ejercicio. Las necesidades de alguien cuyo objetivo es correr un maratón no son las mismas que las de quien necesita mejorar su salud o un preadolescente que está culminando su desarrollo físico”, sostiene Valentín Fernández. Sobre el furor actual de determinadas prácticas deportivas como el running, el yoga o el crossfit, afirma: “Cuantas más opciones tenga la gente para hacer ejercicio físico, mejor. Una de las claves para ser físicamente activo es disfrutar. Y la amplia gama de disciplinas aumenta las posibilidades de entrenar. Eso sí, no todo vale”. El profesor de Entrenamiento Deportivo y Planificación del Entrenamiento Deportivo en la Universidad Europea advierte: “Las opciones de ejercicio tienen que tener contrastadas tanto su funcionalidad como su seguridad; y siempre deben estar dirigidas por profesionales cualificados”.

¿Sugerencia para romper el hielo? Disposición y ganas, ejercicio moderado e incluso intenso en ocasiones. Sesiones de unos 30 y 60 minutos entre 3 y 5 días por semana. Y, sobre todo, valga la insistencia, disfrutar de la actividad. Solemos abandonar aquello que nos aburre y conlleva un gran esfuerzo, de modo que procede asumir retos realistas: una persona sedentaria no superará un maratón en pocos meses, sino entrenando paso a paso, con cierto rigor, confiando en una vida activa y con la supervisión de profesionales que ejercerán de guías. Un proceso de cambio y disciplina que, sin duda, parte de uno mismo.
¿Demasiadas modas deportivas?
La pregunta se responde afirmativamente. Pero no es una crítica per se. “El problema de las modas es que se comience una actividad por tendencia y se lleve al extremo. Para un buen desarrollo de la condición física, lo mejor es realizar actividades diferentes, no centrarnos solo en una. Por ejemplo, es muy bueno el running, pero mejor con un trabajo adicional de fuerza”, explica la profesora Lidia Brea. “Disponemos actualmente de una amplia oferta de actividades con las que ejercitarnos y buscar nuestros objetivos. Lo importante es hacer algo; debes buscar lo que te motiva para poder mantenerlo a largo plazo, que es realmente lo que te confiere un estilo de vida saludable”, apostilla Sonia García, que deja otra reflexión importante para principiantes: “Algunas actividades deportivas como el crossfit o el running requieren una base física mínima. No tengas prisa. Trabaja también el medio plazo: en ocasiones, el camino rápido te puede llevar a la casilla de salida”. “Conviértelo en un hábito para toda la vida”, sentencia. Eso sí, con cautela, orden y, cómo no, pasión.
Investigaciones académicas, motor de valores
En la apuesta firme por un mundo más saludable, la concienciación debe ser primero individual, pero también colectiva. Inevitablemente. Los diferentes agentes sociales resultan esenciales para transformar los hábitos de la ciudadanía. Es la hora de cambiar el rumbo de los datos poco alentadores de los informes de la OMS.
Desde el ámbito académico, se trata de una preocupación latente. Los profesionales de la Facultad de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte de la Universidad Europea están elaborando diversos estudios para que, sin más dilación, “el ejercicio físico regular se instaure en toda la sociedad: niños, adolescentes, mayores o enfermos”. La finalidad, coinciden los expertos en declaraciones a ValUE, “no es solo vivir más, sino vivir plenamente durante toda la vida”.

Mención especial, como en casi todo, al factor humano. “Existen apps que te diseñan un plan de entrenamiento. Sin embargo, el valor humano es crucial en este proceso. Saber escuchar a las personas, sus necesidades y motivaciones respecto al ejercicio, pero también respecto a la vida, su trabajo, su familia. Y transmitir la motivación para seguir entrenando. No somos máquinas, somos personas. Tanto el deportista olímpico como quien va a pilates dos veces por semana”, aduce Valentín Fernández.
Su compañera Sonia García abre una nueva línea de investigación apelando al binomio cuerpo-mente en el deporte: “Teniendo en cuenta que la relación cuerpo-mente es indivisible, es cierto que algunas técnicas como el yoga, el pilates, el Qi Gong y el taichi en su vertiente terapéutica aportan un plus de conciencia a la hora de ejercitarnos”. Y los logros son incontestables: “Los beneficios presentados en gran número de estudios son tanto físicos como de coordinación, equilibrio o movilidad, así como mejoras mentales relacionadas con el bienestar general, control de estrés o variables de salud como reducir la presión arterial”.
Otros trabajos universitarios ponen el foco en el deporte entre jóvenes con riesgo de exclusión social o en el programa denominado ‘Movimiento meditativo’ para disminuir el estrés de los trabajadores de una empresa; o, con el fin de promover la actividad física desde edades tempranas, se implementa la formación de entrenadores de niños en Europa. Y así, junto al anhelo general de una sociedad más saludable, resuenan los ecos de los valores del deporte. El trabajo en equipo, la superación, el respeto, la perseverancia, el compañerismo, la integración, la solidaridad, la igualdad… Definitivamente, algunos pilares maestros de la convivencia.
Sí, volviendo al inicio de este reportaje, hay que ponerse las pilas ya. El futuro apremia.