
Los jóvenes, una vez salen de los institutos buscando un lugar donde seguir formándose, acuden a las universidades y otros centros de educación, confiando en que todo el conocimiento y experiencias que reciban será lo que les proyecte hacia su futuro. De la misma manera, muchos de estos jóvenes ya han obtenido su permiso de conducir o están en proceso de conseguirlo, lo que permitirá un adelanto de la independencia deseada, posiblemente, desde la adolescencia. En consecuencia, conducir se convierte, para el estudiante, en una tarea cotidiana rodeada de hábitos, decisiones y conductas; sin olvidar que su vehículo, llámese turismo, motocicleta, etc., formará parte su vida, de su intimidad, de su libertad, de su ocio, y, por qué no, de sí mismo.
Sin embargo, el conjunto de ventajas que se han descrito anteriormente viene acompañado de problemas importantes que pueden desequilibrar o poner fin a todos los proyectos, planes de futuro y el mismo presente de los jóvenes conductores, y, quizás, el de sus acompañantes. Si analizamos la estadística que nos proporciona anualmente la Dirección General de Tráfico (DGT) y fijamos la mirada en el grupo de edad de entre 15 y 34 años, encontraremos la justificación de que la seguridad vial debe de ir más allá de los centros de formación de conductores. En el año 2017, el 27% de los fallecidos en accidente de tráfico fue el grupo de edad comentado, con un total de 493 jóvenes. Un 66% de estos conducían el vehículo siniestrado. Además, según la misma institución, el grupo de edad en el que más aumentó el número de fallecidos este último año ha sido el de 25 a 34 años, con un incremento del 37%.
Las investigaciones apuntan a que el factor humano está implicado entre un 70 y 90% en la siniestralidad vial. Pero si nos preguntamos qué fenómenos están interviniendo en el comportamiento de los conductores, según DGT, las investigaciones nos desvelan que el alcohol y las drogas, las distracciones, principalmente el móvil y las redes sociales, la velocidad inadecuada, el cansancio o sueño, son los principales factores que aparecen en los accidentes mortales o graves. Para verificar y apoyar estas investigaciones con más datos objetivos, lanzamos otra mirada a la Memoria de Víctimas Mortales de Accidentes de Tráfico de 2017 que publica el Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses, y, efectivamente, observamos que el 42,09% de los conductores fallecidos presentaron resultados positivos a drogas de abuso, alcohol o psicofármacos y, en numerosos casos, se daban combinaciones entre dichas sustancias. Necesariamente, si apuntamos hacia el grupo de jóvenes, ocupaban un 35% del total de conductores fallecidos con resultados positivos, dato importante para tener en cuenta. Pero si, además, colocamos la lupa sobre estos datos observamos que casi la mitad de ellos presentaban tasas de alcoholemia superiores a 1,2 g/l en sangre, tasa tipificada como delito del artículo 379.2 del Código Penal. Está claro que tener antecedentes penales no es tan grave como perder la vida o la salud en las carreteras, pero también puede repercutir en la trayectoria del joven estudiante. La imposibilidad de viajar o estudiar en universidades de algunos países extranjeros, no poder desarrollar un gran número de profesiones con ciertas características de responsabilidad o estar inhabilitado para presentarse a oposiciones son algunas de las consecuencias aparejadas a dichos antecedentes.
La Comunicación de la Comisión Europea en 2010, Hacia un espacio europeo de seguridad vial: orientaciones políticas sobre seguridad vial 2011-2020, describe en su principio Enfoque integrador sobre la seguridad vial que “la seguridad vial está estrechamente vinculada con las políticas en materia de energía, medio ambiente, empleo, educación, juventud, sanidad pública, investigación, innovación y tecnología, justicia, seguros, comercio y asuntos exteriores, entre otros”. Teniendo esto en cuenta, en lo que respecta a la educación y juventud, en España llegamos tarde.
Lo planteado hasta el momento, y con la debida reflexión, evidencia la necesidad de intervenir en seguridad vial a edades tempranas dentro del ámbito universitario, contexto apropiado para actuar con las debidas estrategias. De esta forma, los jóvenes estudiantes podrán interiorizar y continuar con su desarrollo dentro de una cultura vial, comprendiendo que son vulnerables respecto a su experiencia como conductores, hayan o no obtenido un permiso de conducir; e incluso como pasajeros, pudiendo ser proactivos en las decisiones y comportamientos de la persona que maneja el volante.
Así nació el primer proyecto en seguridad vial que la Universidad Europa de Valencia (UEV) desarrolló en sus aulas: Contagia Seguridad Vial. Con este título se pretendió que los estudiantes, además de interiorizar contenidos, se concienciaran a sí mismos e, incluso, a los demás, de la importancia de la seguridad vial. El proyecto estuvo formado por unos talleres guiados por el profesorado experto en Psicología del Tráfico, Criminología y Seguridad Vial, junto con los docentes de cada asignatura dentro de grados pertenecientes a la Facultad de Sociales, todos ellos enfocados hacia al área de conocimiento correspondiente.
El objetivo principal de esta intervención fue sensibilizar y concienciar de la importancia de la seguridad vial en la vida de los estudiantes. Se persiguió otros objetivos como comprender que el comportamiento del conductor es el que asume mayor culpabilidad en la siniestralidad vial y de la comisión de los delitos viales; aprender a desarrollar estrategias, medidas, campañas, etc., de seguridad vial desde la disciplina o asignatura del alumno; y participar en la prevención y sensibilización de conductas de riesgo y delictivas en la conducción.
La metodología utilizada consistió en introducir dentro de una asignatura, perteneciente a los grados de Criminología y Psicología, Derecho, Relaciones Internacionales y Marketing, unos talleres donde la participación del alumnado era prioritaria, así como la reflexión y debate, junto con el uso de internet y las redes sociales. Estos se desarrollaron el momento que se trabajaron los contenidos relacionados con la seguridad vial. Posteriormente, se pedía a los alumnos una actividad relacionada con los dos ejes: contenido de la asignatura y seguridad vial.
En Criminología, los estudiantes desarrollaron una estrategia de prevención de los accidentes y de las conductas peligrosas y delictivas al volante. En Derecho, se evaluó el conocimiento de los delitos e infracciones administrativas relacionadas con los factores de riesgo en seguridad vial, y se llevó a cabo la discusión y debate acerca de la adecuada sanción o pena derivada de un comportamiento delictivo vial. En la materia de Psicología, se investigó cómo afecta el alcohol, drogas y las distracciones en el cerebro del conductor durante la conducción. En el ámbito del Marketing, el alumnado elaboró una campaña de carácter preventivo dirigida a los jóvenes en las redes sociales. Por último, en Relaciones Internacionales se trabajó el problema de la siniestralidad en el transporte por carretera en Europa.
Al finalizar el proyecto se evaluaron los talleres haciendo hincapié en la experiencia, el aprendizaje, la concienciación, incluso la necesidad de aplicar este tipo de intervenciones todos los años. Los resultados fueron excelentes, así como los comentarios de algunos estudiantes. Comentarios del tipo: “Ha sido un proyecto muy bien organizado y con muy buen trato”; “Muy divertido, a la vez aprendes cosas prácticas”; “Buenas charlas que ayudan a concienciar a la gente para evitar el mayor número de accidentes de tráfico”; “Interesante, para repetir”… Incluso señalaron que les gustaría ser los mentores de los estudiantes nuevos para siguientes cursos.
En definitiva, educar en Seguridad Vial, en lo que respecta al factor humano, también debería ser una de las funciones de las Universidades y otros centros educativos. No es suficiente con el modelo actual para obtener el permiso de conducir. La Seguridad Vial no es una disciplina aislada, sino que forma parte de la vida cotidiana de los individuos en una sociedad como la nuestra. De modo que, como peatones, ciclistas, pasajeros o conductores, somos protagonistas de un escenario vial diario, donde el riesgo es continuo y dinámico; conocerlo y tomar decisiones adecuadas puede salvar la vida de nuestros jóvenes, pues ¿quién no conoce a alguien que murió en la carretera?
Unión Europea. Comunicación de la Comisión (COM) (2010) 389 final. Hacia un espacio europeo de seguridad vial: orientaciones políticas sobre seguridad vial 2011-2020. COM (2010) 389 final.
Dirección General de Tráfico (2018). Las principales cifras de la siniestralidad vial. España 2017. Madrid. Dirección General de Tráfico.
Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses (2017). Memorias Víctimas Mortales en Accidentes de Tráfico 2016.