
Buenos días. Es para mí un gran placer charlar con usted, José Manuel, vicepresidente de ingeniería de General Dynamics European Land Systems y ponente principal de nuestro primer taller europeo sobre el aprendizaje basado en proyectos.
De nada, encantado de estar aquí.
Me gustaría ahondar en algunas cosas. La primera sería: ¿cómo ve la relación entre la industria y el mundo académico?
Según mi experiencia, el mundo académico tiene tres funciones, por así decirlo. La primera sería la enseñanza, la segunda sería la investigación y la última, la transferencia de conocimientos a la sociedad. Creo que la colaboración entre la industria y el mundo académico es muy importante en cualquiera de estos tres aspectos. En el primero, la enseñanza, cuanto antes se alíen el mundo académico y la industria, mejores ingenieros saldrán de este mundo académico. El ingeniero debe hacer frente al entorno que se va a encontrar en el mundo profesional, y cuanto antes se establezca esta alianza, mejor preparado estará. En el segundo, la investigación, está claro que podemos desarrollar proyectos comunes, definidos por la industria, por el mundo académico e incluso por el gobierno, cuando el proyecto de investigación de un doctorando se puede desarrollar para una aplicación específica de la industria. Y por último, en el tercer aspecto, la transferencia de conocimientos a la sociedad, el mejor vehículo para ello son los ingenieros talentosos que pasan del mundo académico a la industria. Y, de nuevo, cuanto antes se establezca esta alianza entre la industria y el mundo académico, mejor preparados estarán estos ingenieros para el futuro.
Nosotros creemos exactamente lo mismo; y la segunda pregunta que quiero plantearle es: ¿cómo ve al ingeniero del futuro?
Creo que la ingeniería es una forma de vida; es más que una especialidad educativa o una profesión. He intentado aplicar la ingeniería a todos los aspectos de mi vida. Como ingeniero, puedo abordar cualquier situación sin prejuicios, basándome únicamente en el análisis de los datos, y tomar decisiones basadas en hechos. Y estas habilidades se desarrollan en la etapa educativa y, después, con la experiencia profesional; estas habilidades son atemporales y siempre estarán ahí. Admito que existen muchos avances: tenemos la nube, tenemos los big data, tenemos simulaciones y herramientas de cálculo extraordinarias, ordenadores espectaculares… Lo admito, pero no son más que herramientas. Si tenemos esas competencias, como la falta de prejuicios al abordar una situación, la toma de decisiones basadas en hechos y el análisis de los datos, creo que un ingeniero del futuro es como un ingeniero del pasado o del presente, pero con mejores herramientas.
Eso es muy interesante, pero entonces tenemos un problema grave, porque como sabe, los alumnos pasan un tiempo limitado con nosotros y de la misma forma que usted tiene que tomar decisiones difíciles en su empresa, en sus diseños o en las distintas iniciativas que acomete, nosotros tenemos que tomar una decisión: ¿cómo organizar el tiempo que los estudiantes pasan con nosotros? Queremos conocer su opinión sobre el equilibrio entre proporcionarles una buena base teórica y compartir con ellos el aspecto práctico y todas las aplicaciones. ¿Cómo se pueden equilibrar estos dos aspectos?
Bien, en principio, no existe contradicción alguna y la pregunta está bien planteada. No existe contradicción entre la educación académica rigurosa y la aplicación práctica. Es necesario saber cómo combinar y encontrar el equilibrio entre ambas cosas. En primer lugar, existen algunas competencias a las que les vendrá muy bien el taller sobre el aprendizaje basado en proyectos, las que yo llamo las superdestrezas. Son destrezas que trascienden los conocimientos puramente técnicos. Me refiero a la habilidad para trabajar en grupos, para transmitir el mensaje a la audiencia y para comunicar mensajes a distintos niveles de interlocución, así como a las capacidades de liderazgo. En mi opinión, los ingenieros que llegan a la industria carecen de todas ellas, y este problema se puede paliar con el aprendizaje basado en proyectos. Por otro lado, tenemos las habilidades técnicas tradicionales: los conocimientos técnicos profundos. No podemos ignorarlas. Quiero decir que, cuando uno trabaja para una empresa técnica como la mía, que persigue la excelencia en los procesos y los productos, la diferencia más pequeña puede constituir un mundo, por lo que se necesitan profesionales muy bien formados y con sólidos conocimientos sobre los límites de la tecnología. Sin duda, son necesarios. Algunos educadores afirman que no es necesario tener conocimientos sólidos de matemáticas o de física porque los datos están ahí, solo hay que buscarlos y encontrarlos en la nube. No estoy de acuerdo con este planteamiento, porque lastra la innovación. La innovación forma parte de todas las empresas con una agenda tecnológica. La innovación no cae del cielo, sino que procede del conocimiento profundo de ideas y de la reflexión sobre esas ideas, que conduce a una idea nueva. De modo que, para generar innovación, es necesario tener un buen conjunto de ideas en la mente. Y si uno tiene que buscar los datos a cada paso del proceso de innovación, este proceso se interrumpe. Por tanto, los conocimientos sólidos son indispensables para un ingeniero. Si un ingeniero cuenta con esas supercompetencias de las que hablaba antes y con datos técnicos sólidos, entonces será el mejor.
Esto es muy interesante, porque ha abordado un montón de cuestiones técnicas, pero ha mencionado un par de veces la palabra «empresa». En nuestra escuela politécnica, tratamos de enseñar a nuestros alumnos precisamente tal y como usted señala, pero usted trabaja para una empresa privada, que es una organización con ánimo de lucro. La nuestra también es una universidad privada que persigue beneficios con su actividad. Mi siguiente pregunta es: ¿en qué medida deben los estudiantes técnicos familiarizarse con el entorno empresarial y el lenguaje de los negocios?
Bueno, es una buena pregunta, porque en las empresas técnicas todos los días libramos una lucha. Cuando salen de la universidad, los ingenieros buscan la excelencia. Y es algo completamente legítimo. Todos debemos aspirar siempre a la excelencia en cualquier ámbito. Por tanto, los ingenieros desean conseguir un producto excelente. Pero la excelencia tiene muchas facetas, no es un concepto monolítico. Y aquí está la trampa. Para una empresa, la excelencia se traduce en algo muy claro: crear valor para los accionistas. Y esto no está reñido con la creación de un producto excelente. Lo que digo es que un ingeniero tiene que aprender que el coste, el calendario o el cumplimiento de las especificaciones del cliente contituyen limitaciones para el diseño que deben añadirse a la ecuación. Por tanto, la creación de un producto excelente me suscita una pregunta: ¿cuál es el mejor producto? El mejor producto es el que se puede vender. Y eso no está reñido con la excelencia profesional.
Eso es muy interesante, sin duda debemos tenerlo en cuenta. Escuchamos constantemente que la tecnología avanza a velocidad de vértigo y que algunas de las cosas que se aprenden en el aula, desafortunadamente, o quizá no, terminan por quedar obsoletas. Todo lo que les enseñamos tiene fecha de caducidad. ¿En qué medida es necesario el aprendizaje permanente? ¿Los alumnos se pueden permitir graduarse, dejar la universidad, empezar a trabajar en una empresa y quedarse allí sin estudiar nada más? ¿Qué opina? ¿Necesitan actualizar sus conocimientos y sus competencias de vez en cuando? No me refiero a cursar programas completos, sino cursos cortos para mantenerse al tanto de los avances.
Sin duda, este es un tema muy interesante. Siempre digo que el mejor estado es el del aprendizaje. Nos gusta aprender continuamente. Y el aprendizaje permanente a veces puede ser una actitud, porque uno debe estar motivado para aprender y prosperar en el ámbito profesional. Hay que volver a la universidad para hacer cursos. Esto es algo que debe plantearse también desde el punto de vista de la industria. Debemos disponer de planes profesionales para nuestros ingenieros y tratar de ofrecerles la tecnología más moderna y las mejores herramientas para desarrollar su trabajo. Pero tengo que aclarar algo: el aprendizaje permanente no es una opción, sino una obligación En el entorno cambiante actual, el aprendizaje permanente no es una opción, y si los aprendices permanentes, si se me permite usar este término, persiguen constantemente los límites de la tecnología, estarán mejor preparados para hacer frente a este entorno.
Qué interesante. Podría decirse que hoy en día también es obligatorio aprender a trabajar en un entorno sociocultural complejo. Vivimos en un mundo globalizado, tenemos clientes de todos los rincones del planeta y cadenas de suministros muy largas, con partes interesadas de distintas nacionalidades y de procedencias diversas. Por tanto, creo que estaremos de acuerdo en que también es necesario aprender a manejar esta diversidad sociocultural. ¿En qué medida cree que el aprendizaje basado en proyectos permite no solo comprender la teoría, sino también trabajar con otras personas y, especialmente, con personas de otros entornos?
Bueno, la diversidad es diversa en sí misma. Tiene muchas facetas. Y, sin duda, el aprendizaje basado en proyectos es una metodología que puede ayudar, porque es a lo primero a lo que los ingenieros se enfrentan cuando aterrizan en el mundo profesional; en General Dynamics tenemos ingenieros de más de diez nacionalidades, hablamos cuatro idiomas y los ingenieros tiene que aprender a trabajar en un mundo multidisciplinar con distintas culturas, distintos idiomas, distintas edades… quiero decir que las trayectorias son largas, probablemente tenemos cuatro o cinco generaciones de ingenieros, distintas técnicas de aprendizaje y formas de pensar, y no solo hablo de género, sino de una enorme diversidad dentro de la diversidad. Definitivamente, el aprendizaje basado en proyectos puede ayudar a los ingenieros a iniciarse en el trabajo en grupo y a trabajar en distintas disciplinas y áreas funcionales en sus primeras fases, y esto, sin duda, les ayudará a estar mejor preparados para el futuro.
José Manuel, muchas gracias por compartir sus valiosas opiniones y su experiencia con nosotros. Como siempre, ha sido un placer verle, muchas gracias.
Muchas gracias.