
El ser humano es el resultado final de un proceso evolutivo en el cual se han ido desarrollando y perfeccionando nuestros sistemas fisiológicos, anatómicos y neuropsicológicos. En este sentido, en relación a nuestro entorno, las respuestas neurofisiológicas de nuestro sistema nervioso en situaciones estresantes como es el combate militar van a estar regidas por circuitos modulados filogenéticamente, tal y como es el reflejo de lucha y huida, que prepara al organismo para la supervivencia. En el momento en el que el organismo detecta una situación aversiva o comprometedora para la integridad del mismo, dicha información viaja a la amígdala, cuyo compendio neuronal está encargado del procesamiento emocional. Este forma parte del sistema límbico, el cual modula la respuesta del organismo, produciendo una activación de la rama simpática y predisponiéndolo para luchar o huir.
En este sentido, el combate es una de las situaciones más extremas y que mayor sensación de estrés pueden suscitar en un organismo humano ya que los combatientes deben hacer frente a una gran cantidad de estímulos que pueden comprometer su integridad física. Los investigadores han remarcado la presencia de este reflejo de lucha y huida en diferentes contextos de combate (salto en paracaídas, combate de subsuelo, combate simétrico y asimétrico), así como en diferentes unidades y brigadas con diferente experiencia y entrenamiento previo, siendo, pues, la activación de este sistema algo común e inherente en situaciones de combate militar.
La activación de este sistema tiene un efecto directo sobre la respuesta psicofisiológica del combatiente militar. Observamos alteraciones fisiológicas tales como aumentos de la frecuencia cardíaca desproporcionados con el esfuerzo llevado a cabo, sobreactivación de la rama simpática, respuesta metabólica exacerbada en cuanto a concentración de lactato y de creatina-fosfocinasa se refiere, y unos elevados niveles de activación cortical, evidenciando una disminución en el procesamiento de la información y fatiga del sistema nervioso central. Así mismo, han sido reportadas alteraciones a nivel psicológico (alteraciones en la percepción, cognición y la memoria) como efecto no solo crónico, sino agudo, en respuesta a la situación de combate.
Todos los procesos orgánicos anteriormente expuestos que suceden en situación de combate tienen un efecto directo en los procesos de adquisición y consolidación de la información. La liberación de hormonas estresantes como los glucocorticoides tienen un efecto directo en nuestro sistema nervioso central y en los procesos cognitivos superiores, lo cual interfiere en el procesamiento de información y en los procesos o constructos de aprendizaje. La liberación de cortisol –más concretamente de la corticotropina (que perturba el proceso mediante el cual el cerebro recoge y almacena los recuerdos) como consecuencia de la respuesta ansiogénica en este contexto– produce una desintegración de las espinas dendríticas de estas neuronas. Esto limita la capacidad para recoger y almacenar recuerdos mediante las sinapsis, así como una reducción de la memoria declarativa; y en un largo plazo, muerte de las células cerebrales del hipocampo, elemental para la formación y consolidación de los recuerdos. Así mismo, algunos autores han reportado cómo soldados veteranos de guerra presentan atenuaciones significativas morfológicas en el volumen del hipocampo, hecho altamente marcado con la presencia de trastornos como el estrés postraumático. En esta línea, la exposición crónica a situaciones altamente estresantes, de manera continuada y durante largos periodos de tiempo, perjudica la comunicación entre las neuronas de la región del cerebro correspondiente al aprendizaje y la memoria, lo que explica el frágil estado de la salud psicológica de los combatientes veteranos de guerra.
A nivel de investigación, tras una exposición aguda a una situación de combate, se han reportado alteraciones en la percepción del cuerpo y del esfuerzo percibido, en las que el soldado no es verdaderamente consciente de la carga de esfuerzo físico que supone el combate, hecho que podría comprometer seriamente su integridad física. También, alteraciones del entorno que el soldado obvia, según se ha podido comprobar tras un análisis de postsimulación mediante cuestionarios posmisión y análisis de battle-cam. Se trataría de ciertos elementos que podrían ser fundamentales para la misión. En uno de los estudios, se preguntó a un soldado sobre la cantidad de acciones de fuego llevadas a cabo. Su respuesta fue que ninguna. Pero, tras ser estas comparadas con los datos procedentes de la cámara de visión que el soldado portaba, se comprobó que había realizado 22 acciones de fuego con 16 impactos. Clínicamente se definiría como una amnesia retrógrada total de la maniobra realizada, hecho estrechamente relacionado con la sobreactivación cortical y del sistema simpático.
Así mismo, en otro estudio en el que civiles y soldados experimentados participaron en una simulación de combate donde se representó una limpieza étnica con gran fidelidad, los civiles (reporteros de guerra) obviaron gran cantidad de elementos del entorno, vitales para elaborar la nota de prensa. Así mismo, el hecho traumático (decapitación de un insurgente), provocó en los periodistas un caso más de amnesia retrógrada ya que ninguno recordaba dicho evento hasta pasadas 72h. También han sido reportadas alteraciones en el paso del tiempo. Estudios de simulación de combate en subsuelo, en condiciones de baja visibilidad y condiciones claustrofóbicas y angostas, produjeron una alteración media de un 23% en la percepción temporal en cuanto a temporización de la misión se refiere.
En consecuencia, el estrés percibido por el combatiente va a tener una serie de repercusiones orgánicas y psicológicas que tendrán un efecto negativo tanto para su integridad física como para su salud, así como para la realización de ciertas tareas o cometidos. Porque la activación de este sistema de lucha o huida está diseñado para dar respuesta a eventos aislados y de forma aguda. Por lo tanto, cuando el estímulo aversivo/estresante se cronifica en el tiempo, es cuando los problemas de salud a nivel psicofisiológico se mostrarán de forma más clara. Una futura investigación en esta línea es fundamental ya que la exposición a estos estímulos es continua en profesiones altamente estresantes como policías, bomberos y fuerzas y cuerpos de seguridad. En consecuencia, conocer las variables e interacciones posibles en referencia a la respuesta psicofisiológica en estos contextos es vital para poder diseñar con claridad planes de actuación e intervención que mejoren y optimicen la respuesta psicofisiológica de estos colectivos.
José Francisco Tornero-Aguilera
Profesor en el Programa de Doctorado en Actividad Física y Deporte y en el Máster en Actividad Física y Salud
Vicente Javier Clemente-Suárez
Profesor en el Grado en Ciencias de la Actividad Física, el Deporte y Fisioterapia y en el International Master in Football Coaching and Management