
Es sabido que Concepción Arenal asistía a las clases de la facultad de Derecho de Madrid disfrazada de hombre, y que una vez descubierta, el escándalo fue tal que se le comparó con la escritora George Sand [1]. El disfraz era, en realidad, la única forma que tuvieron las dos intelectuales de poder asistir a los cursos que deseaban estudiar en una Universidad que no les reconocía su título ni les permitía ejercer su profesión.
Es sabido también que fueron tres los nombres de mujer que se rebelaron durante aquellos años (1841-1846) contra una regulación que les impedían su acceso al saber y su pleno desarrollo como seres humanos: Concepción Arenal, María Elena Maseras y Dolores Alea.
Hubo que esperar hasta comenzado el siglo XX, y concretamente el año 1910, para legalizar, por fin, la incorporación de las mujeres en las universidades españolas, no sin ciertas restricciones, como ocupar un lugar especial en la tarima junto al profesor o ser acompañadas por bedeles a la entrada y salida de las aulas para evitar mezclarse con sus compañeros. Y eran pocas, muy pocas, exactamente 21, las estudiantes matriculadas en el conjunto de las universidades españolas de aquel año 1910. ¿Y por qué? Las razones eran varias, pero las más importantes fueron no haber accedido a cursar el bachillerato previamente, el peligro de competencia profesional entre los sexos, el miedo social muy instaurado a que las mujeres perdieran su feminidad a causa de los libros y el hecho de que la enseñanza de la mujer se centraba en las “labores propias de su sexo”[2], es decir coser y arreglar la casa, en el ámbito privado y nunca público.
Baste recordar que en 1900 existían todavía un 70% de mujeres analfabetas en España y el resto solo tenían educación elemental. Es a partir de este año y hasta la Guerra Civil, cuando surgen dos tendencias distintas, pero en la misma dirección, cuyo objetivo era fomentar la educación de la mujer en España. En el ámbito católico, fue el padre Poveda el impulsor de la educación de las mujeres y el fundador de la Institución Teresiana, donde yo misma he sido educada en mi infancia y juventud. En el campo liberal, fue la Residencia de señoritas dirigida por María de Maeztu, cuya finalidad era semejante a las Residencia de estudiantes creada en 1910 bajo la filosofía de Fernando Giner de los Ríos, impulsor de la generación del 27, que cambiaría el panorama intelectual español de hombres y mujeres en los años que precedieron a la Guerra Civil.
Sin embargo, la normalización del acceso a la universidad por parte de las mujeres se ha producido, de hecho, en los últimos treinta cinco años de nuestra historia reciente. Si comprobamos las cifras, vemos que en la década de los setenta las mujeres no llegaban a una tercera parte de los estudiantes, y hoy superan el 56% [3]. Llama la atención que aún existen diferencias en la elección de grados: las mujeres constituyen entre el 70% y el 82% en titulaciones de ciencias de la salud, humanidades, magisterio y en carreras dedicadas a servicios sociales. Sin embargo, ocurre lo contrario en los grados técnicos, especialmente en ingenierías, en la que los varones constituyen más del 70% del alumnado.
Otro dato interesante es que los rendimientos académicos de las mujeres son claramente superiores a los de los varones y que 6 de cada 10 estudiantes que consiguen un título universitario son mujeres. El número de doctoras universitarias ha aumentado también en los últimos años (22%), aunque el 80% de los catedráticos son hombres, siendo mujeres menos del 40% del profesorado estable.
Si consideramos que el activo más valioso de una sociedad es el conocimiento, hemos avanzado, sin duda, en una buena dirección. Si, además, valoramos la calidad democrática de un país en términos de igualdad, podemos afirmar que vamos por buen camino. Ahora bien, si lo que deseamos es la equidad también en la representación de las mujeres y, en este caso, equiparar las cifras de su representación en la universidad, en igual proporción, para hablar de normalidad, nos queda bastante camino por recorrer.
[1] CASTILLO MARTÍN, M. Las convidadas de papel: Mujer, memoria y literatura en la España de los años veinte, Alcalá de Henares, Excmo. Ayuntamiento de Alcalá de Henares y Centro Asesor de la mujer, 2001. Marcia Castillo is a professor in the Universidad Europea de Valencia, in the area of Translation and Interpreting. [2] SÁNCHEZ MARCHORI, M., “La educación y los estilos educativos de la mujer en la España de principios del siglo XX”, El desarrollo de la mujer profesional en la España de 1920-36”, doctoral thesis, Valencia,2017. [3] http://www.lavanguardia.com/opinion/temas-de-debate/20121028/54353571405/mujer-y-universitaria.html