
Muchas cosas están cambiando, desde luego, pero estoy segura de que muchas son a mejor. Recientemente he escuchado a la presidenta de la Sociedad Española de Geriatría decir que no hay nada más diferente de un señor de 80 años que un señor de 80 años. Y que la edad, si bien puede ser un criterio, no es suficiente para evaluar a los pacientes.
Cada ser humano es único, y evaluar su capacidad funcional, es decir, no solo las cosas que hacen los mayores, sino cómo lo hacen, puede ser una herramienta más útil a la hora de tomar decisiones terapéuticas.
No puedo estar más de acuerdo, pero lo hago extensible a los pacientes con patología neurológica. No hay nada más diferente de un paciente con ictus que otro paciente con ictus, ni de un paciente con EM que otro paciente con EM. A un niño con PCI que otro niño con PCI. La evidencia científica ha buscado con ahínco establecer factores pronósticos que nos ayuden en la distribución de los recursos, por otro lado limitados, y en el establecimiento de herramientas terapéuticas. Sin embargo, en la práctica clínica vemos constantemente lo difícil que es predecir la evolución de los pacientes o, por lo menos, de un gran número de ellos. Porque, como decimos en la calle, cada paciente es un mundo.
Cada paciente es diferente; numerosos factores van a influir en la capacidad de recuperación funcional de cada uno de ellos. Algunos de esos factores estarán relacionados con las características genéticas de cada uno de ellos; otros, con sus aptitudes previas; otros, con las características propias de la lesión o con la expresión que tenga esa lesión en el paciente, y otras tendrán que ver con el tratamiento que reciban. La Sociedad Española de Rehabilitación pautó que el tratamiento de un paciente con ictus debe tener un inicio precoz, tiene que ser llevado a cabo por un equipo multidisciplinar, tiene que ser intensivo y su duración debe venir determinada por la consecución de los objetivos pautados. Y aquí es donde nosotros tenemos mucho que hacer.
Los que nos ponemos delante de nuestros pacientes cada día sabemos que toda nuestra formación, nuestra experiencia clínica, nos ayudará a diseñar los tratamientos más eficaces, pero que deberemos adaptarla a cada paciente concreto como ser único e irrepetible, capaz de avanzar y mejorar. Conociendo sus metas y respetando sus tiempos. Y también somos conscientes de la necesidad de actualizarnos constantemente porque sabemos que en ello le va la calidad de vida al paciente.
Los que además intentamos diseñar formación para otros profesionales como nosotros, tenemos el reto de intentar completar todos los aspectos de la formación. De actualizar la evidencia científica existente y de fomentar la producción científica, de establecer sinergias entre diferentes abordajes, de ser específicos en el tratamiento de determinados pacientes: agudos, crónicos, con ataxia, con problemas del miembro superior, con alteraciones de la sensibilidad, con alteraciones de la marcha, con problemas neuropsicológicos… con el objetivo de que los profesionales sigamos haciendo que ningún paciente, sean cuales sean sus características o sus excepcionalidades, se quede atrás en su evolución y pueda seguir avanzando.
Cecilia Estrada Barranco
Directora del Curso de Experto en Fisioterapia Neurológica